viernes, noviembre 23, 2007

Educar para el consumo inteligente

Estamos cada vez más cerca de las fiestas de fin de año y la publicidad empieza a bombardearnos para que demostremos nuestro cariño comprando y comprando, creo que es un buen momento para que reflexionemos sobre lo que estamos enseñando a nuestros niños
Lo que hacemos, nuestros comportamientos cotidianos, nuestros valores y comentarios tienen una profunda influencia en nuestros hijos y es justamente en el seno de su propia familia donde niños y jóvenes pueden aprender a desarrollar hábitos de consumo sanos o por el contrario debatirse en la esclavitud del consumismo. Una familia que comenta con sus hijos las posibilidades económicas, que planifica en conjunto los gastos sin ocultar si existen dificultades monetarias y que estimula un uso racional de los recursos con respeto al medioambiente es una familia que está educando para el consumo. Por el contrario, si estamos constantemente preocupados de comprar para no ser menos que nuestros amigos, desechamos ropa apenas usada porque “no está de moda” o celebramos el cumpleaños en una conocida multinacional de comida basura porque "así lo hacen todos”, estaremos llevando a nuestros hijos a las redes del consumismo insertándolos en la enfermiza cultura de “usar y tirar” que nos lleva a comprar neuróticamente objetos que luego desechamos rápidamente para seguir comprando como en una cadena sin fin.
La austeridad es un valor importante y necesario de desarrollar en nuestra vida familiar y no tiene que asimilarse a tacañería, por el contrario, una vida austera nos permite gozar de las cosas sencillas que frecuentemente son ahogadas por la necesidad neurótica de consumir.
La educación para el consumo es también una educación para la libertad porque contribuye a formar personas más felices porque son capaces de controlar su propia vida. Ayudar a nuestros hijos a mirar críticamente el fenómeno del consumo, llevarlos a la reflexión sobre las verdaderas necesidades y valores de la vida apoyándolos para desmontar los paraísos artificiales de falsas promesas de la publicidad constituye un deber ineludible de los padres y uno de las mejores formas en que podemos mostrar nuestro cariño.

viernes, noviembre 02, 2007

Invertir en la gente

La empresa chilena y las latinoamericanas en general, inmersas en un mercado cada vez más globalizado, buscan nuevas respuestas para desenvolverse con éxito en un escenario económico y laboral que se vuelve crecientemente incierto, cada vez más competitivo pero también lleno de oportunidades.
El trabajar a presión con metas cada vez más exigentes que cumplir, con el fantasma del desempleo siempre rondando, lleva a un aumento creciente del estrés laboral. Por otra parte, el marcado individualismo que comanda nuestras relaciones laborales lleva a la despersonalización del otro (el colega, el jefe, el subordinado) lo que puede inducir a considerarlo un simple medio para conseguir los propios fines, lo que se traduce en abusos, deslealtad y poco compromiso. A su vez ocasiona un notorio aumento de los sentimientos de angustia y los síntomas psicosomáticos, lo que termina por incidir en el clima laboral general.
La existencia de este confuso panorama implica la necesaria búsqueda de respuestas distintas frente a los problemas de la empresa, porque es evidente que los recursos humanos o más bien, el capital humano, constituyen uno de los pilares de los que depende el éxito o fracaso de toda organización.
La empresa que tiene mayores posibilidades de tener éxito en el escenario actual es aquella que invierte en sistemas de desarrollo que le permiten estimular el liderazgo, la comunicación y las relaciones humanas. Aquella que entiende que el mejor trabajador ya no es aquel que obedientemente seguía consignas sino aquella persona confiable, con iniciativa, espiritu emprendedor y compromiso.
En medio de la crisis económica, es necesario replantearse las viejas formulas, la tecnología, la infraestructura, los convenios internacionales no sirven de nada si no tenemos un grupo humano capaz de jugarse por el logro de los objetivos de una organización que sienten suya, el trabajo debe ser un espacio de desarrollo humano y ello no es romanticismo, es una necesidad urgente y pragmática si queremos sobrevivir, crecer y proyectarnos como empresas del siglo XXI.